La vida en el bosque mediterráneo a 35º a la sombra
No es tarea fácil buscar algo que se mueva, aparte de los insoportables mosquitos, con estas temperaturas.
Mediodía, finales de julio,
en el sur de la península ibérica, no es la mejor ecuación para
encontrar bichos vivientes, ni siquiera a 2,000 metros de altura y con
una brisa levemente fresca
De pronto, un enorme ojo parece
mirarme desde el suelo. Creo que esta mariposa lo lleva puesto para
asustar a sus posibles depredadores.
Al desplegar sus alas son muchos los ojos que observan al posible devorador.
Este extraño bicho, al que yo
llamo saltamontes-mariposa, volando tiene un color azul eléctrico que
nada hace pensar el mimetismo que alcanza en el suelo.
Ya en el camino de vuelta me encontré con un Escribano Montesino tan fresquito a la sombra.
No me digan que no tiene
guasa el nombre de este macho de grandes rayas blancas en la cabeza (la
hembra no las lleva). Yo no vi que escribiera nada, pero en el monte si
que estaba…
.