Vuelta a Granada y las Tablas de Daimiel,
ya de noche
Ya en el camino de vuelta desde
Cuenca, buscando las Tablas de Daimiel, se empezaron a ver algo
parecido a molinos de viento, pero les faltaba algo, ¡las aspas!. Hasta a
eso habrá llegado allí los recortes…
Aunque sabíamos que parando a
comer se nos haría de noche antes de llegar a las Tablas, no había más
remedio. Buenas viandas y buen trato en “La chimenea de Turleque”, pero a
la salida un sol de capa caída confirmó nuestros peores augurios.
No había tiempo para pararse a
ver los primeros molinos de viento de verdad que aparecieron a lo lejos,
en lo alto de la colina, seguíamos empeñados en darle marcha atrás al
reloj.
Cada vez era más evidente que nuestros esfuerzos iban a ser infructuosos.
Las sombras ya eran tan largas
al coger el desvío, quedaban 40 o 50 kilómetros de carretera, que
seguimos por inercia, a sabiendas de que íbamos a ver bien poco.
Al observar esta masa de gansos que se mimetizaba con el suelo, tuvimos la certeza de que estábamos llegando.
Bueno, pues pasó lo que tenía
que pasar, llegamos con un soplo de luz, lo suficiente para hacer una
foto medio decente y volver a casa. Habrá que regresar.